El Banco Central ha informado de que el Reino Unido sigue camino de entrar en recesión, pero se espera que sea menos profunda de lo que se temía en noviembre debido a la caída de los precios de la energía y a las expectativas de bajada de los tipos de mercado. Según el informe, el Producto Interior Bruto (PIB) se contraerá un 0,5% en 2023, frente al 1,5% previsto en noviembre, y la recesión durará cinco trimestres con una reducción de la producción inferior al 1%, en lugar de ocho.
El Banco de Inglaterra ha previsto que la producción se contraiga en 2024 y apenas crezca en 2025, lo que aumenta la presión sobre el Primer Ministro, Rishi Sunak, y su Ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, para que presenten medidas que reactiven el crecimiento antes de las elecciones nacionales previstas para finales de 2024. Las nuevas previsiones de PIB del Banco de Inglaterra son similares a las del Fondo Monetario Internacional, que ha pronosticado una contracción del 0,6% para la economía británica este año, mientras que el resto de los países del G7 probablemente crecerán.
El Reino Unido se ha visto muy afectado por la subida de los precios de la energía tras la invasión rusa de Ucrania, ya que depende en gran medida del gas para la generación de electricidad. Además, ha experimentado un descenso en el tamaño de su mano de obra, que se cree que está relacionado con la pandemia de coronavirus y las restricciones post-Brexit a los trabajadores procedentes de la Unión Europea.
El Banco de Inglaterra ha señalado que la falta de trabajadores en el Reino Unido, combinada con la baja inversión empresarial y el débil crecimiento de la productividad, significa que la economía sólo podría crecer en torno al 0,7% anual a corto plazo sin generar presiones inflacionistas. Antes de la pandemia, la tasa de crecimiento potencial se situaba en torno al 1,7%, y la rebaja del jueves representa un límite de velocidad más estricto para la economía, al menos durante los próximos dos años, mientras se recupera de la pandemia y del impacto del Brexit.
En consecuencia, el Banco de Inglaterra prevé que la economía británica se mantenga por debajo de su volumen anterior a la pandemia hasta después de 2025, lo que representa siete años perdidos para el crecimiento.
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