La Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, hizo una advertencia en una conferencia en Washington el martes pasado, destacando que un impago de la deuda pública tendría consecuencias catastróficas para la economía estadounidense. Yellen subrayó que Estados Unidos ha pagado sus facturas a tiempo desde 1789 y debería seguir haciéndolo. Si el país no cumple con sus obligaciones de deuda, habría graves consecuencias, como el no poder financiar al ejército y la Seguridad Social, lo que resultaría en despidos masivos de funcionarios y el riesgo de impago de hipotecas, coches y tarjetas de crédito. Además, esto provocaría un colapso en los mercados crediticios estadounidenses y llevaría a un aumento perpetuo de los tipos de interés.
Yellen declaró que la solución a esta catástrofe económica es sencilla, el Congreso debe votar para elevar o suspender el límite de deuda, y sin esperar hasta el último minuto. Sin embargo, las negociaciones sobre el aumento del techo de la deuda se estancan, y la propuesta del presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, de recortar 4,5 billones de dólares de gasto público para elevar el límite de deuda en 1,5 billones, sigue sin resolverse.
El Tesoro de Estados Unidos ha puesto en marcha medidas “extraordinarias” para evitar una crisis presupuestaria inmediata, pero estas medidas son de emergencia y solo durarán unos meses. Si los políticos no llegan a un acuerdo, existe el riesgo de caer en impago este verano. La advertencia de Yellen es clara, un impago de la deuda pública estadounidense sería catastrófico y evitarlo es responsabilidad del Congreso.
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